¿Dónde se encuentran las trufas y setas secas blancas? Siempre me he considerado muy capaz de hacer buenas comedias: en arrimando el hombro a esa labor, yo sé que saliera bien; pero tengo por mí mismo más consideración de la que se requiere para sobresalir en ese ramo de las humanidades. Ese hombre cabelludo, de ceja poblada y ojos distantes uno de otro, es quizá Sir Joshua Reynolds, Horacio Vernet o Mariano Fortuny. La emulación no corre este peligro: emulación es siempre ahínco por imitar los hechos de un hombre superior; éste sirve de modelo al que emula sus acciones, y así el uno como el otro han de experimentar dentro de sí el sublime impulso que mueve a las cosas grandes. Hay que estimular al animal con caricias y juegos, no debemos forzarlo demasiado, puesto que se puede cansar. El pecho de un bárbaro dotado de inteligencia inculta, pero fuerte; de sensibilidad tempestuosa, es como el océano en cuyas entrañas se mueven descompasadamente y se agitan en desorden esos monstruos que temen al sol y huyen de él, porque su elemento es otro obscuro y frío. El Quijote es como el cesto de flores de Cleopatra en cuyas olorosas profundidades viene escondido el agente de la muerte; con esta diferencia: que debajo del montón de flores de Cervantes está oculto el áspid sagrado, ese que pica solamente a los perversos.
¿Quién ha de temer dar al mundo los propios motivos de reprobación que ese fraile desventurado? «Meléndez tropezó -añade por su cuenta don Diego Clemencín- con el escollo que siempre ofrecerá el mérito de Cervantes a los que se pongan en el caso de que se les mida con el príncipe de nuestros ingenios». También es importante tener en cuenta el tipo de suelo presente en la zona. Cuando el perro encuentra una trufa se detiene, olfatea el suelo y marca la zona con las patas delanteras, levantando los primeros centímetros de tierra. Se debe lavar antes de cocinarla, utilizando agua fría hasta retirar los restos de tierra que haya podido quedar adheridos a su superficie. El mecanismo de relojería molecular ha sugerido que la evolución de los hongos ectomicorrízicos ocurrió hace aproximadamente 130 millones de años. Los filósofos encarnan sus ideas en expresiones severas e inculcan en nosotros sus principios con modos de decir que nos convencen gravemente. También es muy destacable el Mercado de la Trufa de San Miniato, que se celebra al final de noviembre y principios de diciembre, en el que se venden la mayoría de las trufas blancas del país, en una cita con un programa completísimo de actividades.
Las micorrizas se multiplican por las raíces del árbol, a la vez que el micelio se desarrolla en el suelo, aparece la quemada superficial y aumentan de diámetro las micorrizas. El carro del sol difícil es de conducir; más ruégoos consideréis que las Náyades del Po dedicaron un epitafio honroso al mancebo temerario que había acometido la empresa de manejar esas riendas sagradas. Si bien los perros tienen sentidos agudos, incluido el sentido del olfato, que pueden percibir cambios en el entorno, no hay pruebas sólidas de que puedan determinar la hora exacta. Entre la bajeza y la arrogancia, el abatimiento y la soberbia, andamos de continuo buscando a un lado y a otro lo que más cumple al servicio de nuestra vanidad: en la ocasión presente, Dios sabe si es grande el temor que ese abriga de parecer loco él mismo con haber tomado sobre sí dar nuevo aliento al sabio loco, admiración del mundo. El Giaur fue hijo de una imaginación candente, nacido entre torbellinos de humo negro y encrespado; no fue persona real, de carne y hueso: Manfredo, ese como Doctor Fausto de los Alpes, que aterra con sus cavilaciones y da espanto con sus evocaciones, no fue el poeta que le dio vida soplando en su propio corazón con la fuerza del alma desesperada.
¿Era sincero ese modo de pensar? Al que sabiendo estas cosas se arroja a tomar el propio asunto que Cide Hamete Benengeli, se le descompone la cabeza; y sería punto de averiguación si éste lleva en su ánimo competir con el más raro de los grande s escritores, o tuvo al componer su libro un propósito laudable que contrarrestase de algún modo tan desmedido atrevimiento. No es raro que en orden a los hombres poco comunes los juicios de los otros difieran hasta el extremo de constituir opiniones encontradas. Los gigantes labran con mucha holgura esas piezas con que los dioses atan contra las rocas del Cáucaso a los insolentes; los hombres comunes no alcanzan sino lo que dice con lo exiguo de sus fuerzas y su infeliz habilidad. Ya sabéis que Leda tuvo dos hijos. He aquí un poeta que habla como filósofo. El poeta no ha menester otra sabiduría que la natural. Otro no habrá que haga lo mismo, y menos con loco y tonto ajenos. Uno es el Fénix; empero si no hay dos, ¿no le fuera dable a un loco anhelar si quiera por ser el ave del Paraíso?