Con las trufas que se estropean o están "tocadas" por el gusano y agua, hacen una especie de batido que mezclan con tierra de calidad. Y ellos colocaron sobre el ardiente fuego una caldera propia para baños, sostenida por un trípode; llenáronla de agua, y metiendo leña debajo la encendieron: el fuego rodeó la caldera y calentó el agua. 343 Cuando esto hubo dicho, el divino Aquiles mandó á sus compañeros que pusieran al fuego un gran trípode para que cuanto antes le lavaran á Patroclo las manchas de sangre. Júpiter no les cumple á los hombres todos sus deseos; y el hado ha dispuesto que nuestra sangre enrojezca una misma tierra, aquí en Troya; porque ya no me recibirán en su palacio ni el anciano caballero Peleo, ni Tetis, mi madre; sino que esta tierra me contendrá en su seno. Cuando desapareció en el umbral de la puerta el último faldón de frac bordado y el último uniforme, el rey Bonoso y la reina Serafina se dieron un abrazo para desahogar el júbilo, que no les cabía en el pellejo.
Apesadumbrado por tal motivo, consumía su corazón; pero los teucros acorralaron á los aqueos junto á los bajeles y no les dejaban salir del campamento, y los próceres argivos intercedieron con Aquiles y le ofrecieron espléndidos regalos. Combatieron todo el día en las puertas Esceas; y los aqueos hubieran tomado la ciudad, á no haber sido por Apolo, el cual mató entre los combatientes delanteros al esforzado hijo de Menetio, que tanto estrago causara, y dió gloria á Héctor. Los aqueos le habían asignado, como recompensa, una moza, y el rey Agamenón se la quitó de las manos. Ahora me envía otros males: concedióme que pariera y alimentara á un hijo insigne entre los héroes, que creció semejante á un árbol, le crié como á una planta en terreno fértil y lo mandé á Ilión en las corvas naves, para que combatiera con los teucros; y ya no le recibiré otra vez, porque no volverá á mi casa, á la mansión de Peleo. Hoy que Tetis, la de hermosas trenzas, viene á mi casa, tengo que pagarle el beneficio de haberme conservado la vida. 428 Respondióle Tetis, derramando lágrimas: «¡ Mientras hacía tales obras con sabia inteligencia, llegó Tetis, la diosa de los argentados pies.
Apartó de la llama los fuelles y puso en un arcón de plata las herramientas con que trabajaba; enjugóse con una esponja el sudor del rostro, de las manos, del vigoroso cuello y del velludo pecho; vistió la túnica; tomó el fornido cetro, y salió cojeando, apoyado en dos estatuas de oro que eran semejantes á vivientes jóvenes, pues tenían inteligencia, voz y fuerza, y hallábanse ejercitadas en las obras propias de los inmortales dioses. Es posible que necesite ajustar sus precios en función de las condiciones del mercado, la calidad de sus trufas frescas y la demanda de los clientes. Para colmo de alegría, aquella noche el hada del Deseo cumplido vino a honrar con su presencia una cena ostentosísima y un baile mágico que se celebró en aquellos salones. Tomaron, pues, la cena en el campamento; y los aquivos pasaron la noche dando gemidos y llorando á Patroclo. Los mirmidones pasaron la noche alrededor de Aquiles, el de los pies ligeros, dando gemidos y llorando á Patroclo. Entonces, aunque se negó á librarles de la ruina, hizo que vistiera sus armas Patroclo y envióle á la batalla con muchos hombres. Mientras vive y ve la luz del sol está angustiado, y no puedo, aunque á él me acerque, llevarle socorro.
Aunque no son animales de compañía propiamente dichos, pueden ser un problema si infestan la comida de tu mascota o su hogar. A las 2h de la tarde, hora en que se efectuó el máximo de temperatura, que llegó a ser de 19° 6 C., las aguas del Tagua-Tagua, en su superficie, marcaron 17°, nueva prueba que justifica el aserto anterior que ha sido probado por el señor Rogers i los prácticos, señores Oyarzun i Tellez, que tuvieron la suerte de divisar las aguas del lago Puelo, oríjen del rio de su nombre. Ciertamente su forma, similar a los genitales masculinos, aporta un primer atisbo de simpatía por la leyenda (y explica de paso el nombre de "testículos de Adonis" con que se las conoció durante siglos). De todos los dioses y los mortales hombres, sólo lo sabían Tetis y Eurínome, las mismas que antes me salvaran. Entonces mi corazón hubiera tenido que soportar terribles penas, si no me hubiesen acogido en el seno del mar Tetis y Eurínome, hija del refluente Océano. Ya que he de morir, oh Patroclo, después que tú, no te haré las honras fúnebres hasta que traiga las armas y la cabeza de Héctor, tu magnánimo matador.